“FOSSILIZED
INSIDE”
Bajo este título, que podríamos traducir
como “fosilizándose en el interior”, se presenta aquí una muestra apócrifa en
formato de microexposición de 7 piezas, en la línea de otros proyectos del
autor, iniciados con el primer septenario o “Relicario de La Pulgosa” de 2009,
aunque con variaciones formales.
Adaptada la muestra en este caso al
espacio donde se ubica, el café literario Indiano, convivirá temporalmente con
el conjunto heteróclito de pequeñas piezas existentes en él, tanto obras
pictóricas como dibujos o grabados, fotografías, carteles, objetos antiguos, libros,
etc, que construyen un mundo de referencias culturales que implementan a la
exposición nuevas relaciones y significados, y que es necesario establecer “a
priori”, como ocurre en este caso con el entorno común de la madera.
Por tanto si los fósiles (del
latín fossile, lo que se extrae de la tierra) son los restos o señales
de la actividad de organismos pretéritos, en este caso árboles, su proceso
petrificador (conversor de lo orgánico en inorgánico) se ha tenido aquí que
fabular con el cambio a un soporte distinto, una especie de facsímil, que ya es
susceptible de ser reproducido mientras que la tabla real no es posible. Y es
porque, aparte del tema físico, aquellos restos de palé de encofrado de
construcción tirados en algún contenedor, metáforas perfectas por cierto de la
ruina inmobiliaria actual, se han convertido ya en reliquias valiosas, no sólo
porque escasean los árboles, sino sobre todo desde esa nueva normativa que reza
que todo objeto arrojado por inservible a la vía pública es propiedad del
ayuntamiento, y por tanto no debería ya utilizarse sin su permiso oficial, y
menos a nivel público como es el caso de una exposición.
Por otra parte, la investigación formal
que desarrolla el autor respecto al punto de vista único, el de la pintura
tradicional de paisaje, llevándolo al extremo de un lugar único, en este caso una
estancia de la carpintería de las ruinas de las Reales Fábricas de San Juan de
Alcaraz, patata caliente del patrimonio histórico castellano-manchego, convierte
aquí el lugar en estratégico desde donde el autor desarrolla, como lo ha hecho repetidamente
desde hace años, su imaginario particular que sospechamos convierte a estas piezas
en una suerte de jardines interiores, en proceso de petrificación. El color
dominante de la serie será entonces el del ámbar, y este discurso personal en
diálogo con la sala y su propio mundo constituirán, además, el juego metafórico
de la búsqueda de estas piezas por parte del espectador, completando así como
un simbólico paleontólogo las dimensiones de un espacio fósil, seis más el
centro, que es lo que encierra cada una de las piezas en su vitrina.
Demetrius Pronton
Albacete, finales de 2011